Se conoce como “Cordobazo” a la movilización obrero-estudiantil del 29 de mayo de 1969, que tuvo como epicentro a la segunda ciudad del país y que marco el comienzo del fin del régimen dictatorial encabezado por Juan Carlos Onganía
En el marco de una situación social convulsionada por las medidas políticas y económicas que imponía la autodenominada “Revolución Argentina”, el régimen dictatorial encabezado por Juan Carlo Onganía, que había depuesto al Presidente constitucional Arturo Umberto Illia, el 28 de Junio del 1966, en una decisión unificada las dos CGT nacionales, que en ese momento conducían el movimiento obrero argentino, decidieron una huelga general para el 30 de Mayo, porque Onganía se negaba a restablecer la negociación colectiva y la actualización salarial, suspendidas en el ´67. En Córdoba, a esa medida se sumó la derogación del sábado inglés (Establecía que cada hora trabajada después de las 13 del sábado se debía pagar doble), por lo que la dirigencia sindical dispuso comenzar con el paro de actividades y la movilización a las 10 horas del 29 de mayo
En esa jornada los estudiantes se sumaron a la movilización y pronto las ciudad fue controlada por los manifestantes, poniendo en retroceso a las fuerzas represoras. Se produjeron incendios y ataques a las principales empresas multinacionales. La represión posterior, con el ejército en la calle, fue brutal y dejó como resultado veinte manifestantes muertos y cientos de detenidos, entre ellos Agustín Tosco, Atilio López y Elpidio Torres.
El Cordobazo desencadenó, en junio de 1970, la caída de Onganía en el contexto de un golpe propiciado por el entonces jefe del Ejército, Alejandro Lanusse, que designaba como presidente al general Roberto Levingston.
Mucho se ha escrito sobre esa gesta popular y no es intención de este espacio extenderse en mayores consideraciones, sino rendir un justo homenaje a las víctimas de la represión y a esa dirigencia sindical que, con organización y lucha, puso fin a la penúltima dictadura cívico-militar que escribieran las páginas más negras de nuestra historia